Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1887-1888 (Cortes de 1886 a 1890)
Sesión: 11 de abril de 1888
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Muro
Número y páginas del Diario de Sesiones: 90, 2364-2365
Tema: Amnistía para todos los complicados en los últimos sucesos políticos

Nada sería más grato, Sres. Diputados, al Gobierno de S. M., que poder acceder a los deseos generosos del Sr. Muro, deseos generosos que no sé si ha expresado en nombre de todos sus correligionarios políticos, o sólo por cuenta propia, acompañado cuando más de algunos amigos suyos. (El Sr. Pedregal: De toda la minoría. -Varios Sres. Diputados de la minoría republicana: De todos los que nos sentamos aquí. -El Sr. Romero Gilsanz: Menos yo). Dice el Sr. Romero Gilsanz que él no (El Sr. Azcárate: Ya está aludido); que él se separa de sus compañeros. (El Sr. Muro: De todos, menos del Sr. Romero Gilsanz).

De cualquier modo, nada sería más grato al Gobierno que poder acceder a los deseos expresados por el Sr. Muro, ni nada sería más conforme a la política que el Gobierno quiere seguir, que poder decir que ya no hay ningún español que no tenga abiertas de par en par las puertas de la Patria y que no pueda vivir en ella tranquilamente al amparo de las leyes. Pero de que esto no sucede, ¿tiene la culpa el Gobierno de S. M.? Mientras el partido en cuyo nombre y bajo cuya bandera se cometió el delito que se quiere borrar por medio de la amnistía, persita en sus propósitos, haga alarde del hecho criminal que realizó, y viva en la esperanza de la reincidencia, ¿se puede hablar de amnistía, ni se puede discutir el asunto que S.S. quiere que el Gobierno trate de resolver y que proponga a las Cortes?

Señores, en un país como España, donde es libre la conciencia, libre el pensamiento, libre la tribuna, libre la prensa; donde, además, todos los ciudadanos, así como todos los partidos, ejercen libremente todos sus derechos, ¿se puede, bajo el ridículo pretexto de que está detentada la soberanía de la Nación, aquí donde el pueblo es más dueño de lo suyo que ningún otro pueblo del mundo, se puede hablar de procedimientos de fuerza, y empeñarse en no entrar en el camino de la pacificación y en no reconocer que todos los ciudadanos tienen obligación de someterse a las leyes del país?

Nadie desea más que el Gobierno poder realizar actos de clemencia, y está dispuesto a realizar todos aquellos que no pugnen con la realidad de las cosas, y sobre todo, que no signifiquen, no una fortaleza del Gobierno, que bajo ese punto de vista el Gobierno se cree fuerte, sino que por el contrario, no signifiquen una debilidad perjudicial para los mismos a quienes la amnistía puede interesar.

Lo estamos oyendo todos los días: "por amnistía más o menos no hemos de variar nuestra posición ni hemos de dejar de hacer lo que ya hicimos". Yo pregunto al Sr. Muro: ¿sería político de parte del Gobierno proponer en estos momentos una amnistía que significa la devolución íntegra de todos los derechos y de todos los cargos a los amnistiados, entre los cuales hay muchos militares que tendrían que volver a filas del ejército, cuando están diciendo que no les pesa lo que hicieron y que volverían a hacerlo si tuvieran para ello ocasión? ¿Sería conveniente, sería cuerdo siquiera, llevar a las filas del ejército a los que piensan en la indisciplina, en la sedición, en la perturbación y en la revuelta? ¿Se puede volver al ejército ese virus de indisciplina y de sedición? ¿Lo llevaríais vosotros si pudierais? Señores Diputados, yo debo repetir respecto de la amnistía que se pide para los que están colocados en situación tan excepcional, lo que decía un célebre hombre político francés hablando de la abolición de la pena de muerte: "no hay inconveniente; vamos a abolir la pena de muerte; pero ¡por Dios! que empiecen por abolirla los asesinos".

¿Es que con esto quiero imponer una humillación, ni pretendo que aquellos que están expatriados hagan cosas que rebaje su dignidad?

El Gobierno en este caso no pide más que lo que tiene derecho a pedir todo Gobierno parar resolver ciertas cuestiones en un país civilizado: que aquellos a quienes la amnistía pueda favorecer, hagan lo que todos los ciudadanos; que acaten los Poderes públicos que hoy existen, que respeten la legalidad vigente y que se sometan, como todos los ciudadanos, a las leyes. Sin esto, el Gobierno tiene atadas las manos, y por grande que sea su voluntad, y con gran pena suya, no puede hacer lo que el Sr. Muro y sus amigos desean.

Esto, bajo el punto de vista de la amnistía; que por lo que se refiere a otros actos que el Gobierno puede ejecutar respecto a los reos, no tiene ningún inconveniente en realizarlos conforme a las leyes. Respecto del brigadier Villacampa fue destinado a un punto, y pidió que por estar enfermo se le trasladara a otro, y en efecto se le trasladó. Después reclamó que por ser el lugar de su residencia demasiado bajo y perjudicial, por tanto, para su salud, se le destinara a otro; y así se hizo, escogiéndose el más alto y más sano que hay en la costa del Norte de África. Todavía su familia me pidió que se le trasladara a Alicante, y no pudo ser, porque yo declaro que el Gobierno, que le había destinado a un punto más alto, más sano y mejor que Alicante, pero al que no quiere ir el ex-brigadier Villacampa, porque lo que desea es venir a la Península, el Gobierno no pudo acceder a esto, porque a ello se oponen las leyes; que si las leyes no se opusieran, a la Península vendría. Los que son indultados de la pena de muerte, conmutándoseles ésta por la inmediata, tienen que sufrir su condena en uno de los presidios de África; y el Gobierno no puede conceder lo que las leyes prohíben; no puede hacer más que lo que ha hecho: destinar a la persona [2364] de que se trata al punto más alto y más sano de los que tenemos en la costa de África. ¿Puede pedirse más al Gobierno?

Pues lo mismo sucede respecto de los demás. Que entren en el terreno de la pacificación, y que todo el mundo reconozca la ley, en lo cual no hay humillación para nadie. El Gobierno está dispuesto a ser clemente, a ser generoso, a hacer todo lo que pueda por la desgracia; que no hay nada que interese tanto al Gobierno como la desgracia; pero comprenda el señor Muro que hay cosas que son imposibles de realizar mientras continúe la actitud de ciertos individuos y de cierto partido. Lo que el Gobierno quiere es, que los individuos y los partidos hagan uso de la libertad que afortunadamente se disfruta en España con una amplitud, con una extensión que no se conoce en ninguna parte; que ejerzan su derecho, pero que reconozcan las leyes, en lugar de amenazar uno y otro día con atacarlas y atropellarlas, porque eso es de todo punto imposible.

Como es para mí enojoso el negar al Sr. Muro lo que me pide, guiado por sus buenos sentimientos y por los de sus amigos que en esa petición le acompañan, declaro que no me atrevo a continuar hablando de lo que con gran pena de mi corazón no puedo conceder, porque mis deberes me impiden concederlo; y concluyo con estas palabras: Sr. Muro, la conducta del Gobierno en este punto dependerá de la de aquellos que son enemigos del Gobierno, o mejor dicho, no enemigos del Gobierno, sino enemigos de las leyes. Sean enemigos del Gobierno; pero cualesquiera que sean sus actos, que los ejecuten dentro de las leyes, que sean sumisos a las leyes. Es la única condición que el Gobierno impone para poder resolver este asunto como crea conveniente a los intereses del país y a los intereses de la política general que este Gobierno se propone seguir. (Aprobación). [2365]



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